martes, 10 de noviembre de 2009

El GRR frente al Congreso Forestal Mundial

El GRR frente al Congreso Forestal Mundial

Frente al Congreso Forestal Mundial (CFM) nos hemos convocado desde el GRR,
en defensa del monte, del bosque y de la selva. Nos hemos convocado para
tomar conciencia de las nuevas amenazas y volcarlas en el papel. Nos hemos
reunido asimismo para evaluar nuestros actuales ecosistemas devastados o en
estado de extremo peligro y para reflexionar en relación a la
profundización de la carrera extractiva a escala mundial que también
especula con nuestro territorio. Esta vez, se nos propone la forestación
industrial en gran escala, un proyecto comercial que no dudamos en
visualizar como una firme continuidad de las peores prácticas y agresiones
a la Naturaleza y a las poblaciones, que hemos sufrido hasta el momento.
Aún más todavía, pensamos que los agronegocios forestales nos proponen
monocultivos, tanto o más peligrosos que los de soja.
En las relaciones neocoloniales que las Corporaciones Transnacionales y el
capitalismo globalizado establecen con nuestros países, intentan reemplazar
los valores de la vida por ecuaciones contables. De esa manera, se imponen
criterios de crecimiento y de escala, donde se rinde culto a las
tecnologías y al progreso, extraviándose totalmente, junto a toda promesa
de justicia, el objetivo de procurar el buen vivir de nuestros pueblos. El
resultado político de estas sumisiones de las dirigencias a los criterios
del poder globalizado y a las nuevas dependencias nacionales, son la
generalizada pérdida de identidad y una extendida infelicidad, además de
una gigantesca deuda ecológica que hipoteca el ambiente que nos rodea y
compromete la suerte de las próximas generaciones…
Frente al CFM[1] y a su publicidad engañosa respaldada por los más altos
funcionarios de la Nación, reafirmamos, que los bosques y montes nativos
biodiversos, son la base de la vida sobre el Planeta y que las plantaciones
de árboles no son “bosques”, tal como nos lo dicen, sino que son meros
monocultivos de árboles[2] . Los bosques contienen siempre fauna y flora en
su seno, pero además son el hábitat natural de campesinos criollos y de
pueblos originarios. Sería imposible imaginar el monte, el bosque o la
selva sin la presencia de un hombre con arraigo y con una cultura adaptada
a las circunstancias del hábitat y con modelos productivos en una escala
local. No ocurre lo mismo con los monocultivos de árboles, no importa de
qué especie sean. Frente a ellos la vida retrocede, se repliega, lo humano
se ausenta y la biodiversidad desaparece. En el monocultivo de árboles, la
monotonía de la plantación se nos impone sobre la fiesta de la diversidad
en la Naturaleza. Desde estas perspectivas, hablar de recuperar un bosque
es mucho más que plantar árboles, cualquier árbol, y en cualquier lugar. En
este sentido nos parece penosa y engañosa la ceremonia de respaldo al CFM
realizada por la Ministra de Defensa Nilda Garré con algunos soldados
plantando un arbolito en un predio militar, y reiteramos que aquí no se
trata de plantar árboles, sino del desembarco de los agronegocios
forestales sobre las tierras de la sojización. Rechazamos asimismo, el
anunciado uso de tierras administradas por las Fuerzas Armadas[3] para el
mismo fin. En cambio, proponemos que den ejemplos de defensa de la
biodiversidad y de la soberanía alimentaria, empezando por su entorno directo.
En esta etapa de post globalización, de mercados certificados y supuestas
sociedades del conocimiento, los espacios dedicados a los maquillajes
verdes y las complicidades de variados colores, parecieran ser la nueva
regla. En especial, las grandes ONG han devenido gradualmente cómplices de
las nuevas políticas diseñadas desde la Responsabilidad Social Empresarial
y la Responsabilidad Social Corporativa. Ellas son servidas por un
ambientalismo[4] dispuesto a encubrir los nuevos mecanismos del dominio
internacional e impedir la toma de conciencia por parte de las poblaciones.
En nuestros países, donde la idea de Soberanía parece haber sido borrada de
los discursos y de las agendas políticas, existe sin embargo un amplio
espacio para instalar temas como los de la soberanía biotecnológica. Se
trata en definitiva, de los derechos que reclaman nuestras dirigencias
asociadas a las Corporaciones, de disponer de los royalties y
patentamientos correspondientes a las nuevas producciones científicas
realizadas por encargo y bajo estrategias de ciencia e investigación
empresarial, con la finalidad de replicar sobre otros países, el mismo
modelo de contaminación y de saqueo que se viene imponiendo en la Argentina.
Tanto nosotros, como GRR, cuanto las redes de organizaciones afines que
propiciamos se organicen en defensa del monte, del bosque y de la selva,
deberíamos avanzar en el plano del pensamiento para indagar los mecanismos
de estos nuevos coloniajes transnacionales, poner en descubierto las nuevas
ecuaciones de la subordinación internacional, de sus inaceptables
divisiones del trabajo, y develar los mecanismos ideológicos que nos
impiden comprender qué es lo que nos sucede. Deberíamos ser capaces de
enfrentar y anticipar a los equipos multidisciplinarios de las empresas que
van cooptando los discursos, apropiándose y resignificando los conceptos
con los que nos manejábamos hasta ayer. Sus usinas de pensamiento no
descansan, y han logrado cambiar los desarrollos sustentables ya cooptados
a sus discursos, por los de “mecanismos de desarrollos limpios” que
equivalen, en definitiva, a una trampa similar. Lo mismo, cuando argumentan
que los bosques nativos prístinos ya no existen, que se los puede
categorizar ahora, como montes degradados, y que esto les da derecho a las
empresas para continuar con el desmonte. Una vez más, se ponen con sus
disposiciones por encima de la Naturaleza y en lugar de remediar o
recuperar, se proponen tan sólo continuar con la devastación. Pero
nosotros, por encima de torpes o engañosos argumentos, disponemos de la
tremenda fuerza de la realidad y de la necesidad de recuperar los
ecosistemas, verdades que nacen en esa encarnadura atormentada de América
Latina, sometida a las reglas impiadosas de la contaminación y del saqueo,
a la vez que a nuestra voluntad de sobrevivir.
Frente a los discursos mentirosos debemos redefinir, muy especialmente, el
concepto de sustentabilidad, y debemos hacerlo desde la ecología y
recordando los cambios climáticos consecuencia de los procesos de
contaminación que provoca el Capitalismo globalizado. Si no somos capaces
de precisar que la sustentabilidad es siempre ecológica y que debemos
separarla absolutamente del concepto de rentabilidad, seremos como tantos
otros, que se extravían en discursos que exaltan lo meramente social o las
presuntas sustentabilidades económicas y sociales. Estos últimos discursos
más tienen que ver con los criterios de rentabilidad y dominio tecnocrático
que nos han colocado en la actual situación de extremo riesgo en que
vivimos, y en la actualidad, devienen obsoletos y poco tienen que ver con
la lucha de los Pueblos por sobrevivir. Esos discursos son perfectamente
funcionales a los sistemas de explotación impuestos.
Los más grandes pensadores siempre colocaron en el hombre sus
preocupaciones, en cómo afrontar sus desvaríos, sus problemas, su
infelicidad o su ignorancia. Hoy el imperio de la ciencia empresarial ahoga
la Naturaleza y prescinde del hombre. La pregunta que nos hacemos es:
¿quiénes son los que deciden, quiénes son los prescindibles? El primer
mundo lo decide, de hecho…Ellos están generando este modelo de dominación y
de negocios, no son co-habitantes del mundo, sino que deciden a gran escala
qué es lo que va a ocurrir con el mundo... En un planeta globalizado y
regido por las reglas férreas del consumismo, de la industria bélica y de
los sistemas extractivos, los que menos consumen, serán inevitablemente los
prescindibles, los nuevos condenados de la Tierra...
La Revolución Bio y Nano tecnológica que ahora se nos vende, es la
continuación directa de la “Revolución Verde” que aplicó en la agricultura
los criterios bélicos, los insumos tóxicos y la mecanización derivadas de
las dos grandes guerras mundiales. Esa presunta Revolución verde y su
continuación biotecnológica, ha generado hambre, desarraigo e inenarrable
miseria en un mundo arrastrado a un proceso de graves y crecientes cambios
climáticos y catástrofes ecológicas. Las últimas informaciones refieren a
que la cantidad de hambrientos superaron el millar de millones de personas.
Y el proceso de expulsión de poblaciones campesinas de sus territorios,
continúa acelerándose, y con esos procesos aumenta de modo catastrófico la
inseguridad alimentaria. En plena era de agotamiento de los recursos
fósiles, es dable suponer que la finalización de la fabulosa fuente de
energías que significó y aún significa el petróleo para la humanidad,
provocará colapsos difíciles de prever, y que este modelo impuesto de
territorios vaciados de sus poblaciones y de enormes megalópolis rodeadas
de inmensos conurbanos de miseria y hacinamiento, puede significar una
trampa espantosa para una parte importante de la población del planeta,
condenada irremisiblemente en estas condiciones, a su desaparición física.
Nuestra experiencia es que a lo largo de los últimos años la Argentina ha
desarrollado desde las empresas o desde camarillas enquistadas en los
aparatos funcionariales, decisivas Políticas de Estado. Sin embargo, el
conocimiento de esas políticas son reservadas tan solo a los entendidos, ni
siquiera muchos de los dirigentes encargados de hacerlas cumplir, las
conocen, o son conscientes de sus implicancias. Los gobiernos de la
Argentina, sometidos a los nuevos dominios corporativos, no pueden
transparentar los objetivos que se dan sus dirigencias cómplices, no pueden
asumir los fines subalternos que los comprometen y que poco tienen que ver
con sus discursos políticos públicos. Aún más todavía, los políticos
electos no sólo no dan cuenta a sus bases lo que hacen, sino que ni
siquiera permiten que aquellos que los votan en las barriadas populares,
conozcan cuáles son las funciones que desarrollan como diputados o como
senadores o en cuáles Comisiones lo hacen. En vez de estudiar las múltiples
consecuencias, el análisis complejo es sustituido por estudios de impacto
ambiental manejados con astucia administrativa, pero irresponsables desde
lo social y desde lo ecológico. Similar a los mecanismos de un golpe
militar, un sistema de secreto y complicidades, desvirtúa sistemáticamente
a la Democracia y permite mantener una vida política controlada y de
penumbras en la información necesaria a la interpretación de los hechos,
una vida política de baja intensidad de participación en la que, enormes
zonas del conocimiento son invisibilizadas o persistentemente silenciadas.
Esta forma de la política es un modo de privatización de la política. Es la
asfixia tecnocrática que ahoga la vida pública. En el caso del reciente
Congreso Forestal Mundial ocurrió exactamente eso. Se reunieron cerca de
cinco mil personas de diversos países del mundo, sin que los medios
argentinos publicaran sino poquísimas líneas al respecto, y pese al enorme
respaldo recibido de las más altas autoridades del Gobierno, el más grande
enclave de agronegocios forestales no fue motivo de análisis –y menos aun
críticos- por parte de la prensa política. Los medios optaron por las
simplificaciones que caracterizan a las relaciones públicas.
En el caso de la próxima Cumbre de las Naciones Unidas en Dinamarca para
tratar los protocolos frente al Cambio Climático, ocurre exactamente lo
mismo. Las instrucciones públicas del Ministerio de Agricultura a la
Cancillería suelen ser suficientemente anodinas y abstractas, tales como
las de recomendar una mayor seguridad alimentaria en el mundo, mediante
mecanismos de eficiencia productiva, a la vez que asegurar el libre
comercio sin mayores impedimentos. Se trata de enmascarar el plan maestro
de los intereses corporativos, que consiste en propiciar transgénicos,
proponer la siembra directa para el mercado de los bonos de carbono y
continuar con el respaldo irrestricto de la Argentina a la Organización
Mundial de Comercio.
Nosotros como GRR, apostamos a la pequeña escala, según evidencias
favorables, logradas en diferentes partes del mundo y también, por nuestras
propias experiencias. Estamos ciertos que solo pequeñas escalas tienen
posibilidades de subsistir en un mundo en estado de catástrofe, y además,
ser sustentables. Resulta por otra parte evidente que las pequeñas
comunidades autosustentables difieren en su capacidad de resiliencia de los
grandes conglomerados de gente, dependientes tanto de la energía como de la
provisión de alimentos desde zonas alejadas. Proponemos producciones
locales y consumo local. Desde esa perspectiva, la única mitigación posible
y real, es la de terminar con la dependencia de los grandes mercados y de
las grandes distancias.
Mientras tanto, y pese a la evidencia incontrastable de cómo crece el
hambre en el mundo y en la propia Argentina, el prolongado circo entre el
gobierno y la Mesa de Enlace ha concluido con un final feliz para el
sistema impuesto. En la procesión a Luján, todos los protagonistas
fraternizaron de manera hipócrita. Esos acuerdos han dado frutos en un
nuevo Ministerio ostensiblemente gobernado por los hombres de las empresas
granarias y de la agroexportación. Resulta decisivo para el sistema
establecido en la Argentina, que la imagen y los discursos políticos
encubran el modelo de agronegocios corporativo basado en los sistemas
extractivos y de producción de commodities, agrocombustibles y ahora
árboles implantados. En ese encubrimiento y en esos simulacros, reside la
posibilidad de continuar sirviendo como punta de lanza a las empresas
transnacionales en el plano internacional, a la vez que operando como
progresistas en el plano interior. Develar esta aparente esquizofrenia que
oculta las nuevas sumisiones consentidas por una dirigencia renegada de su
tierra y sus orígenes, es parte importante de la lucha que nos hemos
propuesto, para recuperar un Proyecto Nacional, en una Argentina con
Soberanía Alimentaria y Justicia Social.
GRR Grupo de Reflexión Rural
Primero de Noviembre de 2009
www.grr.org.ar

[1] El XIII Congreso Forestal Mundial se desarrolló en la ciudad de Buenos
Aires del 18 al 23 de octubre. Si bien el foro no tiene funciones
ejecutivas, sus recomendaciones son tomadas en cuenta por gobiernos y
organizaciones internacionales en la formulación de sus políticas sobre
medio ambiente y forestación. Cabe destacar que por primera vez este
congreso incluyó una ronda de negocios. Allí participaron 205 empresas de
los cinco continentes y se concretaron negocios por 36 millones de dólares.
[2] Con el fin de incentivar la actividad forestal, la Cámara de Diputados
aprobó la prórroga por diez años de la ley 25.080 de Inversiones para
Bosques Cultivados. La prórroga, sancionada en noviembre del 2008, tuvo el
apoyo de Carlos Cheppi desde la secretaria de AGPyA y fue impulsada por los
senadores Urquía, Capitanich y otros quienes presentaron el proyecto de ley.
[3] Más información sobre el plan Forestal del Bicentenario del Comando de
Remonta y Veterinaria en http://www.remonta.mil.ar/content/boletin.htm
[4] Como ejemplo podemos citar la iniciativa de conformar la Asociación FSC
en la Argentina, que prevé transformarse en la certificadora nacional con
aval del Forest Stewardship Council (FSC). Coordinada por Emiliano Ezcurra
(ex Greenpeace), la asociación promueve un sistema de certificación
forestal en base a estándares internacionales. Se trataría de una etiqueta
“verde”, como la soja “responsable”, avalada por organizaciones
supuestamente ambientalistas.

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